sábado, 29 de septiembre de 2012

Independencia sí, independencia no

Desde pequeña recuerdo oir hablar sobre el eterno debate de sí Cataluña debe o no ser un estado independiente, de sí es o no una nación... Y, la verdad que este tema como el de las dos españas me aburre, ahora también me preocupa.
No entiendo que en un momento como este, se vuelva a poner sobre la mesa si Cataluña debe ser un Estado independiente de España, y más me extraña que tantos catalanes muestren su apoyo a esta iniciativa. Si mi memoria no me falla, la comunidad autónoma catalana ha estado gobernada, desde que existe la democracia, por partidos nacionalistas como Ciu, después el tripartito formado por el PSC, Esquerra Republicana e Iniciativa per cataluña, y ahora, otra vez, Ciu. Es decir, el gobierno ha estado en manos catalanas. Por tanto, estas serán las responsables de que hoy día Cataluña tenga sus arcas públicas vacías, y de que haya tenido que recurrir al famoso Fondo de Liquidez Autonómico (FLA). Desde mi punto de vista, pienso que el pueblo catalán se debería preguntar, por qué ahora vuelven a sonar los tambores de la independencia y no antes? No será, ¿por qué habrá que echar a alguien, en este caso, al gobierno de España y al Fondo de Compensación Interregional, la culpa del déficit tan elevado que tiene la comunidad para no asumir la mala gestión que han hecho los distintos gobiernos nacionalistas?
Yo no me considero una persona patriótica de España. Pienso que nacemos en un territorio por casualidad, y yo he tenido la suerte de venir al mundo en España, y en una Comunidad Autónoma tan bonita como Andalucía, pero también, podía haber tenido la mala suerte de haber nacido en África, y a lo mejor, ya ni estaría en este mundo porque me habría muerto de hambre. Quizás, por eso no entienda el sentimiento de pertenencia a un determinado territorio. Yo me siento orgullosa de ser andaluza, pero no por eso, quiero que sea un Estado independiente del español. ¡Qué más dará! Ahora, pienso que hay problemas más importantes como los 5 millones de personas que no tienen un trabajo en España, que no tienen ni para satisfacer sus necesidades básicas ni las de sus familias. Ahora es el momento de remar todos juntos en una misma dirección, y buscar una solución a la elevada tasa de desempleo, buscando la fórmula que, de verdad, favorezca la creación de un empleo estable y de calidad.

Lo inesperado

Era martes 18 de septiembre. Ese día habían venido a pasar el día conmigo mi madre y hermana. Estaba feliz, dos de las personas más importantes de mi vida habían decidido dedicar ese día a estar conmigo. Acompañarme en unos momentos que no están siendo nada fáciles para mí. La incertidumbre de saber sí voy o no a tener un empleo, al menos, para los próximos tres meses, me impedía el disfrutar de su presencia. Estaba nerviosa, ansiosa porque sonara Amélie, la melodía de mi móvil, y que fuese la llamada esperada. Esa que me comunicara que mañana, pasado o al otro iba a tener un lugar de trabajo al cual regresar. Pero esa mañana, por más que me empeñara en mirar el teléfono no había ninguna llamada perdida, ningún mensaje. Nada.
Tras pasear por el centro de Sevilla, mirar los escaparates de las tiendas y tomar algo, llegamos a casa. Encendí mi ordenador y miré mi correo, el que tengo para las cosas serias. Había un e-mail de una profesora de la Facultad de Comunicación. Me escribía para comunicarme que este año con motivo del Acto de Apertura del Curso Académico, la facultad de comunicación ha decidido entregar un premio simbólico Universidad de Sevilla en la modalidad de periodismo a aquellos periodistas que han sufrido en sus carnes un despido, con el fin de denunciar la maltrecha situación que atraviesa nuestro sector. Me preguntaba si estaba interesada en recibir este galardón. Me entró la risa nerviosa. No sabía si reir o llorar. Tras meditarlo. Acepté su proposición. La vida a veces te sorprende con cosas que no te imaginas. Yo deseaba una llamada, que no llegó. En cambio, recibí un e-mail que no esperaba.