martes, 6 de agosto de 2013

Una mujer desconocida en apuros

Este blog se llama Sorpresas, sorpresas te da la vida. Cuando me lo creé hace aproximadamente un año, lo titulé así porque me suceden, como a todo el mundo, cosas inesperadas, o sorprendentes para mí como es la situación que me ocurrió hace un par de semanas, y que a continuación os voy a relatar.

Hace unos 15 días mi Samsung Galaxy S III mini se me cayó al suelo. Aunque, la caída no fue desde mucha altura, y, desde mi punto de vista, el golpe no fue tan grande, la sensible pantalla de este smartphone no soportó el impacto y se rompió.

Imaginaos la cara de tonta que se me quedó. Más, cuando el terminal no tiene más de tres meses. Me puse a buscar en Internet para ver si en Sevilla existía algún Servicio Técnico de Samsung para llevarlo a ver si se podía reparar. Sí que había. Como el desafortunado accidente tuvo lugar el domingo por la noche, fue al día siguiente cuando me acerqué a la tienda para ver cuánto me costaba la gracia. El establecimiento está ubicado en la barriada de Los Remedios. Así que como me pillaba un poco lejos de mi domicilio fui en coche. Aparqué relativamente cerca, en una calle paralela a la calle Niebla, y en un estacionamiento reservado para carga y descarga hasta las 11 de la mañana. Cuando aparqué el vehículo esa hora ya había pasado.

Me fui al establecimiento. Tardé como una hora. Cuando regresé a por mi coche, me encuentro a una mujer hablando por su teléfono móvil toda apurada. La señora cuelga rápidamente. Se me acerca y se desarrolla la siguiente situación:
Mujer: Perdona, ¿cuando tú has aparcado tu coche te has fijado si delante había un citroën picasso color guinda?
 Yo: Señora, no recuerdo qué coche estaba delante. Aunque de lo que sí estoy segura que esta camioneta (la cual estaba donde se supone que debía estar su mono volumen) no estaba.
Mujer: Lo dejé aparcado a las once menos cinco, lo mismo se lo ha llevado la policía al depósito, ¿no?
Yo: No sé señora. Si se lo ha llevado la policía municipal le han tenido que dejar una pegatina naranja indicándoselo y dónde lo puede recoger.
Mujer: No, no hay ninguna pegatina. Mira te importa llevarme al depósito municipal para ver si está allí mi coche, que es muy tarde tengo que ir a por los niños…
Imaginaos mi cara. Yo no quería. Con las cosas que se oyen, y, sobre todo, se leen por Internet, tengo que reconocer que me daba un poco de miedo. ¿Quién no ha recibido por e-mail el típico correo electrónico en el que dice que cuando tú te encuentras en tu coche se acerca un tipo te dice no sé qué cosa, te bajas, y cuando lo haces te roba el coche?. Además, me creaba más inseguridad el hecho de no ser de Sevilla, y de que si me pasaba algo tampoco tenía móvil para llamar a mi marido o avisar a alguien. Todo esto me pasó por la cabeza en unos cuantos segundos. Mi respuesta, para librarme de acercarla a dónde me decía fue esta.
Yo: No sé dónde se encuentra el depósito.
No se me ocurrió otraexcusa mejor y más convincente. A lo que la mujer dijo:
Mujer: No te preocupes. El depósito está aquí al lado. Está por el Parque de Los Príncipes.  Cerca de la parada de Metro. (Para lo que no sois de Sevilla, esto está cerca del recinto ferial de la ciudad hispalense)
No supe decir que no. Así que me vi llevando a una desconocida en mi coche. Sola. Sin móvil. Mis temores aumentaron cuando dice voy a llamar a una amiga para que recoja a mis hijos, y en lugar de decir un nombre de mujer, dice “Javi, soy yo. Mira llama a Victoria para que vaya a por los niños, que el coche no estaba en el lugar donde lo dejé.  Luego te cuento con más detalle. Ahora, una señora me está llevando hacia el depósito para ver si está allí.”
La mujer no hacía nada más que hablarme. Yo apenas respondía con monosílabos o frases cortas. En parte, porque no quería que la mujer notara mi acento cordobés, y en parte, porque mi imaginación ya volaba pensando que a lo mejor estaba compinchada con el tal Javi con el que acababa de hablar. Lo mismo una vez llegados al punto, me robaban el coche y me dejaban tirada, que no tenía móvil para comunicarme ni pedir ayuda a nadie… Aunque, a la vez, también me decía seguro que el tal Javi es su marido, y nada malo me va a pasar. El trayecto desde el punto de partido hasta nuestra meta no fue de más de 10 minutos, pero fueron los 10 minutos más largos de mi vida. Cuando ya llegamos al depósito municipal, la mujer bajó del coche no sin antes agradecerme el gesto que había tenido con ella, Entonces respiré hondo, sonreí y, rápidamente, eché el pestillo del coche. Y, me fui para mi casa. 

Entendéis ahora por qué la vida no deja de sorprenderme. ¿Conocéis a alguien que le pasen este tipo de cosas? Además, es la segunda vez que una desconocida me pide que la acerque a un lugar. Os aseguro que una tercera vez no me va a pasar. La angustia que pasé no me la quita nadie ni siquiera la satisfacción de haber ayudado a quien lo necesitaba.
Con esta historia os digo hasta pronto. Ahora toca descansar y desconectar de la rutina durante unos días. A ver  con qué hechos o situaciones curiosas me sorprende la vida durante estos días de asueto.